NINGUNA IDEA ABSOLUTA
André Bretón dedica al dadaísmo el texto Los pasos perdidos . Allí sentencia la suerte de todos aquellos que se le atrevan a este movimiento a través de una de las afirmaciones más descarnadas: “no puede haber ninguna idea absoluta” En esta exhibición en Sala de Máquinas, donde se reúnen las producciones de cinco artistas atravesados por la experiencia de una residencia en la ciudad de Madrid, se probará la vigencia de esta afirmación.
Los motivos por los cuales los artistas llegan a esta ciudad, conocida para los latinoamericanos como la puerta de ingreso a Europa, son diversos y en algún punto coincidentes.
El orden en que llegaron no es relevante para lo que han producido, pero sí lo es por el modo en que se han enriquecido a partir de la mirada del otro. Ese otro, que al encontrarse en igualdad de condiciones frente a los espacios de trabajo, los museos, las galerías y los intercambios; resultó ser un aliado sólido como el eslabón de una cadena que los une a sus particulares producciones.
Julián León Camargo eligió una imagen y una técnica: la imagen del diagrama del proceso evolutivo que Darwin esbozó en su cuaderno de notas y la técnica de la serigrafía. El artista, encuentra coincidencias entre la naturaleza y su pintura. Porque así como las especies fallidas se extinguen, no sin antes servir de algún modo a las nuevas que surgirán; en su pintura cada capa que es cubierta no se oculta por completo, sino que aparecerá en la superficie como textura.
Eugenia Bracony está interesada en el irreductible espacio vacío interior de cada forma. En sus obras, hay mucho más en los huecos que los contornos que los delimitan, hay una energía que se manifiesta en franca lucha contra el material que la encierra, surgiendo a través de sombras proyectadas y dejándose descubrir por el ojo del visitante que se atreve a recorrerla. Frente al textil de
Jimena Travaglio, identificamos texturas, colores y líneas que revelan el material que construye la trama: el exterior y el interior de latas de aluminio. Sobre un fondo geométrico repujado se ubican dos figuras humanas que contraponen con la textura de sus huellas las luces y sombras del color del metal. El patrón tribal -prueba de su empatía con lo que la rodea- da cuenta de la influencia que el barrio donde se ubicaba su lugar de trabajo tuvo en ella.
A Javier Tárrega le preocupa la dificultad del individuo para apropiarse del espacio público. De allí que su obra proponga al caminante, al vecino, al morador, mirar de otro modo y no ocupar el espacio sino habitarlo. Su aspiración es que siempre suceda algo más de lo que espera, desestimando establecer expectativas previas que restringirán la creatividad. Aquí, activando el espacio del patio -con implicancias hacia al espacio aéreo que lo compone- espera que el observador en Sala de Máquinas y en los edificios colindantes crucen experiencias a través de las puertas intervenidas.
Gastón Andreatta ha tenido que lidiar con una lucha interna: pintar la imagen cómo es, en lugar de cómo la recuerda. Utilizando un proyector -que en alguna instancia lo ha hecho sentir que hacía trampapudo definir aspectos de la imagen que en su memoria no hubiesen sido exactos. Empleando papel madera, pintando un valor medio con una pincelada menos acabada, ha construido una imagen muy cercana al registro de los espacios con autos abandonados que documentó.
Cada uno de los artistas ha tenido que enfrentar sus propias ideas absolutas y todos ellos han salido victoriosos. Parafraseando a Bretón podemos afirmar que aunque casi nada alcanza su meta, excepcionalmente -aquí- algo la ha rebasado.
Cecilia Medina
Obras: Gastón Andreatta. Geografía Oculta. Instalación. Medida ajustables.
Jimena Travaglio. Futuro primitivo. Tapiz de aluminio de latas de cerveza. 185 x 220 cm.
Javier Tárrega. Patio de viviendas. Site specific. 600 x 300 cm.
Gastón Andreatta. Totem. Acrílico sobre papel. 360 x 280 cm
Eugenia Bracony. Entre Materia. Cerámica. 800 x 90 cm
Julián León Camargo. Triunfo del dorado. Serigrafía sobre lienzo. 235 x 210 cm Competencia Letal. Serigrafía sobre lienzo. 235 x 210 cm